En nuestro periplo mundial por las carreras de 42.195 metros volvemos a saltar de continente y nos vamos a Norteamérica. El sábado 11 de julio el objetivo está situado en Wisconsin (EE.UU.), cerca del gran lago Michigan, en una gran zona boscosa situada entre Minneapolis y Chicago. Nos dirigimos al Devil’s Lake (Lago del Diablo) muy cercano a la ciudad de Baraboo.
El evento tiene un nombre curioso “Dances with Dirt - Devil’s Lake Marathon”, difícilmente traducible, algo así como “Maratón de los Bailes con la Suciedad en el Lago del Diablo”. En realidad “dirt” más que a sucio se refiere a lodo, ya que el recorrido pasa por ciertas zonas pantanosas cercanas al lago que hacen difícil correr y convierten la técnica de carrera en una especie de baile intentando saltar lodazales y no hundirse o perder las zapatillas en ellos. Todo depende de que haga acto de presencia la lluvia, amiga bastante habitual aunque no infalible.
El mismo día se celebran, además de la distancia maratón, carreras de 10k, Medio Maratón, 50k y, la reina de la jornada, 50 Millas. Las salidas se hacen escalonadas, desde las 5:30 A.M. en que sale el grupo de corredores de las 50 Millas hasta las 8:00 A.M. en que lo hacen los diezmilistas. La maratón tiene su salida a las 6:30 A.M.
El recorrido es básicamente fuera de asfalto, con un desnivel acumulado de unos 1.250 mts. y transcurre por zonas muy variadas que dan a la carrera un aliciente especial: pistas forestales, senderos estrechos (single tracks), rocas con partes técnicas, colinas, barrancos, descensos vertiginosos, humedales… No hay descanso para el cuerpo pero tampoco para la mente; cuesta asimilar la cantidad de bellos escenarios por los que va discurriendo la ruta. La subida más importante está situada cerca de la salida, con 2 millas de ascensión continua. Tampoco son sencillas las dos últimas, con un descenso que machaca unas piernas ya duramente castigadas. Casi todo transcurre a la sombra y muy bien señalizado. Hasta el año 2011 se bordeaba completamente el Devil’s Lake, pero posteriormente sólo se permitió el acceso a la parte Este para evitar la ocupación de esta zona protegida del parque por cientos de corredores.
En cuanto a la meteorología hay que decir que, salvo la aparición (siempre probable) de lluvia, se dan las circunstancias de temperatura y humedad perfectas para correr. El público es casi nulo, salvo en los avituallamientos, pero se compensa por la sensación de correr en medio del bosque con el único acompañamiento de los sonidos propios de la naturaleza. Nada de bandas de rock ni batucadas. Hay un par de senderos donde los corredores se cruzan en diferente sentido y las palabras de ánimo vienen mayormente de los otros compañeros de fatigas. En cuanto a los citados avituallamientos hay que decir que hacen honor a la fama de buen comer de Wisconsin: bocadillos variados, patatas fritas, cerveza, frutas, galletas, Oreos,..etc, más lo habitual como agua, isotónicas o geles. El final tras la línea de meta es para recordar.
La organización exige, junto a un material obligatorio (calzado adecuado, gorra o bandana, móvil, etc.), una lista de material recomendable que incluye: buen humor, unas zapatillas de recambio (por si se queda alguna en el lodo), un palo de 1 metro de largo para ponerlo entre las mandíbulas del posible cocodrilo que puede aparecer en Green Swamp, repelente de osos, cigarrillos por si hay que quedar bien con algún preso fugado o dos cervezas para después (o durante).
Precio: a partir de 64 $